“Esta beca me va a ayudar a formarme para mi siguiente paso, que es abrir mi academia de ajedrez en Ecuador”

16 / 04 / 2020

La ajedrecista ecuatoriana, Carla Heredia, forma parte del programa "Nuestro Futuro, Nuestros Sueños", que beca deportistas de élite para que continúen con sus estudios.

Carla Heredia

A sus 28 años es Gran Maestra de Ajedrez, un título que muy pocos ajedrecistas han alcanzado. Solo existen 1755 personas en el mundo que ostentan este logro.  ¿Y cómo es ella? Es una mujer relajada, pero empoderada y con muchos sueños por delante. Su siguiente gran jugada es estudiar un MBA en Dirección y Gestión de Recursos Humanos en UNIR y así abrir una academia de ajedrez para niños en el Ecuador. El ajedrez fue su salvavidas durante su infancia y su mayor deseo es que se convierta en el salvavidas de muchos niños también. Para ella a través de este deporte se pueden hacer grandes cambios sociales.

¿Cuándo inició tu afición por el ajedrez? 

Empezó a los 7 años cuando mis papás me inscribieron en ajedrez y gimnasia en el colegio. Yo no era una niña muy coordinada así que en gimnasia no me fue tan bien como en el ajedrez.  Fue así que me dediqué a entrenar en el equipo de la escuela y me gustó mucho porque a diferencia de otros deportes como el fútbol, podía jugar con niñas y niños. Además, en este nuevo espacio que encontré no importaba la edad, la estatura, capacidades físicas, ni las notas escolares. Allí, todos podíamos ser ajedrecistas.

Has mencionado en varias ocasiones que el ajedrez fue tu salvavidas. 

Cuando eres una niña te imponen estar arreglada, ser femenina y jugar con muñecas, pero yo era una niña atípica y a mí me gustaba jugar fútbol y ver la Fórmula 1. En algunas ocasiones a mí me sacó lágrimas escuchar que soy una niña rara o que debía usar un vestido para verme bonita. Después, cuando crecí sentí que lo hice a destiempo porque a los 15 años la mayoría de mis amigos pensaban en salir con alguien y a mí eso me pasó recién a los 19 años. Pero en el ajedrez nadie se preguntaba si quieres salir con alguien, si quieres usar maquillaje o si te vistes de una manera u otra.  Este deporte me daba temas de conversación diferentes a los de un adolescente común. Podía hablar de mis viajes, mis torneos y de jugadas.

El ajedrez era un espacio seguro para mí, por eso, fue mi salvavidas.

 

¿Cuáles han sido tus mayores logros en el tablero?

A los 8 años gané mi torneo de novatos en la Concentración Deportiva de Pichincha y fue así como me invitaron a jugar con ellos. A los 10 años jugué mi primer Panamericano en Argentina y quedé 4ta. A los 15, les pedí a mis papás que me dejen estudiar a distancia para poder dedicarme más tiempo al ajedrez, pues mi meta era ser maestra internacional y clasificar a las olimpiadas de ajedrez. Y fue así que con 18 años llegué al equipo olímpico de Ecuador. El 2008 fue un buen año porque jugué mi primera olimpiada en Alemania. En el 2010 fui la primera ecuatoriana en la historia en llegar a un mundial femenino y en 2012 alcancé el título de Gran Maestra.

¿Por qué dejaste el Ecuador para estudiar en el extranjero?

Me gané una beca en la universidad de Texas Tech donde me gradué del pregrado de Psicología en 2016 y terminé una Maestría de Gerencia Deportiva en 2018. Salí del país porque en el momento que decidí estudiar no hubo una universidad ecuatoriana que me ofreciera una beca.  Es por eso, que cuando me dijeron que recibiré una beca del programa Nuestro Futuro, Nuestros Sueños de la Fundación Cofuturo me puse muy feliz porque esa oportunidad que no llegó hace algunos años ahora era una realidad para mí y para otros deportistas.

¿Cuál es tu siguiente gran jugada? 

Estudiar, pues esta beca me va a ayudar a formarme para mi siguiente paso que es abrir mi academia de ajedrez en Ecuador y empezar a servir más a mi país. Soy maestra de ajedrez de niños en la escuela pública de Hamilton en Estados Unidos y tengo alumnos que son hijos de inmigrantes y me he dado cuenta cómo el ajedrez les ha servido para integrarse a un país y a un idioma que no es el suyo. Es que eso hace el ajedrez, nos integra, nos hace sentirnos parte de y nos enseña cómo manejarnos en el tablero, pero también en la vida.